Los jérguenes del Hacho

 

Oyendo a Televivas, que andan con el programa “Lo  nuestro” acabo de enterarme que cuando yo nací en un barrio de Ceuta, entonces las mujeres no parían en hospitales, juraban bandera más de tres mil soldado en el muelle de España.

 Era el diez de mayo de un año de los sesenta…

En ese mismo año los militares, los curas y los afines al Movimiento ponían el mástil del Cañonero Dato en el Hacho, para ver desde allí un cementerio donde los fusilados por la represión descansaban en un erial de tierra.

Nunca me dolió el mástil, como no me dolieron los pies de Franco. Crecí  viéndolo como algo normal, tan normal como los jérguenes del Hacho, para los peninsulares la genista, y tampoco me ofendía su visión sobre el cementerio porque las tumbas de los “disidentes del movimiento” no existían. Nadie me hablaba de ellas.

Siendo niña en el Colegio  veía a Franco y a Primo de Rivera junto al crucifijo, y pensé que ambos eran comparables al Dios de los cristianos.

El tiempo pasó y el  dictador murió, vino la transición, las primeras elecciones, la constitución que no pude votar pero luché activamente por el voto desde Juventudes Socialistas.

Recuerdo que en aquella época quitaron el águila franquista de la entrada a la Catedral y eso supuso una crisis en el ceutismo.

Ese águila custodiando la iglesia con sus flechas y su yugo era nuestra historia. Dejar un hueco enorme en aquella plaza de África era una provocación  por parte de los rojos…

Hoy dice televivas que han  quitado los pies y el mástil del barquito. Porque Zapatero se ha empeñado en eso de “la  Ley de la memoria histórica”, los comentaristas defiende que estos símbolos son parte de nuestra esencia. Incluso preguntan a señores de más de setenta y conocidos franquistas por la calle, para que les de la razón.

Yo no los hubiera quitado, hubiera dejado como hasta ahora que la desidia y la podredumbre se adueñaran de ellos.  Y hubiera caído el mástil, se hubiese llenado de mala yerba los pies de Franco y los muertos del  cementerio:  los republicanos, los libres de pensamiento o los que la envida de los vencedores los sacudió  hubieran visto ganar la batalla del abandono

Ellos y ellas  también eran historia,  anduvieron durante más de sesenta años en una fosa común, un erial sin flores ni placas, silenciados y anónimos.

Y su anonimato  y su silencio no dejó de gritar en Ceuta , no silenció el llanto de los suyos, no se nos olvidaron sus nombres….

 El Hacho anda libre de símbolos franquistas, al fin los jérguenes florecerán en paz.

 

 

 

3 Responses to Los jérguenes del Hacho

  1. Milano dice:

    El-maaas-til, looos-piii-ess…

    Vale, dos cosas más tachadas.

  2. caberna dice:

    La opción de dejarlos estar, de no quitar ninguno de los símbolos franquistas de ninguna de nuestras plazas, tal vez hubiera servido en un país «normalito» en el que a los de siempre se les hubiera caído la cara de vergüenza al ver cada día las fotos, los mástiles, las estatuas a caballo, las águilas, los caídos por dios y por España en las puertas de las catedrales, etc, etc. Pero claro, aquí, en esta España nuestra, donde nadie se avergüenza de nada por atroz que sea… no sé yo si hubiese sido buena medida; me temo que no.

  3. Pepe Botella dice:

    Los erguenes nunca florecerán en paz; siempre anhelarán la maldita primavera.

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