Pequeñas realidades

 



María y yo paseábamos por la Constitución buscando el coche que andaba aparcado más abajo. “Vamos a pasar donde el Hércules” le dije, “que a ver, si así, de cerca me parece todo lo grandioso que anunciaron en su día. Estoy acostumbrada a verlo de lejos siempre”.

No me pareció grandioso, me pareció una copia de los héroes mitológicos que tanto hemos visto a lo largo de nuestra vida, al menos en fotos, mientras los estudiábamos. Muy grande eso sí, pero igual que siempre. Así que ante la decepción de no descubrir nada nuevo le comenté a María que quizás como todos los héroes clásicos tenía los genitales minúsculos, como Apolo de Delfos.

Pues no, nuestro Hércules está tapado o es asexuado como los muñecos antiguos, no le vimos  nada, un culo magnifico eso si, pero por delante nada de nada.

María y yo discutimos: que si estaba tapado, que si era un pegotón de bronce que le habían puesto, que si se le asomaba ligeramente por la izquierda…

Ya sé que tener estas elucubraciones ante un señor que ha realizado doce trabajos dificilísimos no está bien, más aun cuando ha costado un millón de euros y su gemelo está unos metros más lejos. Que anduvo por Ceuta separándonos de la Península  para no tener que rodear.  Y ni contar que sus columnas andan en el escudo de España,  Andalucía, Cádiz, San Fernando y Melilla… Y una misma vive en una de ellas.

No quiero parecer iconoclasta.

La duda genital herculiana  me creció por dentro.

 

 



1 Responses to Pequeñas realidades

  1. Milano dice:

    La duda genital herculiana me creció por dentro… ¡Ay, pordió-pordió! Tú ya estás buena, ¿a qué sí?

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