Ejercer la Caridad

Siempre me han gustado los jesuitas, independientemente de su jerarquía y sus conspiraciones, que no conozco,  hay algo de ellos que me admira profundamente: “no te dan peces, te enseñan a pescar”.

Quizás esa sea la esencia de la caridad que yo entiendo, o la solidaridad que entendemos casi todos.

No me gustan las limosnas, ni el agradecimiento que viene después. No creo que ningún ser humano tenga que pedir para comer o para sobrevivir mientras otros malgastamos el agua, los recursos y tiramos comida.

Me da una profunda vergüenza.

Hoy leyendo a Fátima H. Hossain, diputada de la Udce, que escribe en un  periódico local todos los lunes, lo pensaba: El Imis (ingreso mínimo de inserción social) es una limosna, de la cual el Gobierno de la Ciudad ha hecho toda una propaganda sobre su caridad y su solidaridad con los que menos tienen.  Hablamos de trescientos euros mensuales, durante un año, si más, sin darte la caña de pescar y haciendo que comas solamente jureles  y patatas.

Es como una manera de ejercer la caridad y limpiar conciencias.

No sé que requisitos tienes que cumplir, si se te pide nacionalidad, empadronamiento o familias numerosas, no lo conozco, pero sé que con trescientos euros una familia no sobrevive en Ceuta.

Es mejor que nada si, pero es un parche, un parche de un año. Y ni os imagináis la propaganda.

Reflexionando, a mi que me enseñaron las misioneras y  los curas de entonces que la caridad la debías ejercer de manera anónima, sin pretensiones, sin aspavientos y sin que se te notara,  esto me escandaliza.

Y eso que ellos son los del PP, que al fin y al cabo le hacen caso a la Conferencia Episcopal, que no hablamos de rojos iconoclastas y ateos.