Aquella tarde tenía fiebre, la gripe se incubaba en mí y yo me sentía febril y extraña. Serían las ocho de la tarde cuando mi jefa me llamó par enseñarme el fax: el Partido Socialista de Ceuta habia suspendido de militancia a su gente y quedábamos en una tierra de nadie hasta nueva orden. Yo tenía mucho frío, frío por dentro y por fuera, quería irme a casa a pensar o descansar, no lo tenía muy claro. Mi jefa aunque no es militante si es socialista se le saltaban las lágrimas y mi compañera, que si es militante y estaba esa tarde por alli trabajando, lloraba.
Tenía tánto frío, por dentro y por fuera que no podía hacer otra cosa que buscar la pasquina de turno y echármela encima. Tenía una copia del fax en la mano y me temblaba el cuerpo. Sonó el móvil, me esperaban en la fiesta de fin de Ramadán y yo les dije que no podía ir, que tenia fiebre. Que no podía.
Llamé a mi amigo, que ya lo sabía, llamé a otro amigo que no podía creérselo y me refugié en el rincón de la mesa y del ordenador esperando la hora de salir, no quería pensar, la fiebre siempre me asusta y me deja inmóvil. La noticia aún no la había asimilado.
Llegué a casa, en una nube febril, me metí un paracetamol de 600 y me quedé acurrucada con la copia del fax en la mano.
Mi gente de la asociación pensó que no fui a la fiesta del Ramadán por la noticia, la portavoz socialista tambien.
Al otro dia la leí en todos los periódicos, ya no tenía fiebre pero seguía con frío.
Recuerdo que me sentí desangelada y sola. Perdida. Es un sentimiento que conservo desde entonces. Un vacío terrible y un dolor extraño.
Era otoño, pero a la rosa le vino el invierno de pronto.
Ese día mirando mis cuentas por Internet comprobé que el partido me había cobrado la cuota de un trimestre.
Nunca pensé que fueras militante, se pierde libertad e independencia.
Un saludo
Sra de Solbes
Si señor, soy militante militonta, desde hace muchos años, demasiados. Nunca he perdido nada más allá de algunos sueños como todos, libertad la tengo, independencia también, ya ve que hago lo que quiero y escribo como quiero. suspendida estoy por se libre, pero todo se andará.
Me ha producido una sensación extraña leer cómo viviste la expulsión del partido (la suspensión de militancia o como queramos llamarlo). Hemos escuchado tantos rumores y hemos visto tantas cosas este año que a mí se me ha hecho larguísimo.
Yo viví mi expulsión en Sevilla, estaba de permiso por estudios y nuestro amigo GS me informaba puntualmente. Cuando regresé a Ceuta, el 15/oct, entré en la vorágine de incorporarme a un nuevo trabajo en el que encontré a compañeras suspendidas que me decían: «anda, mira a ver si a ti también te han cobrado la cuota» con una rabia inmensa, mientras con la mirada perdida exclamaban una y otra vez «¡qué pena, qué pena!».
En fin, yo también me considero militonta, pero me niego a renunciar a mis sueños.
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